"Podemos considerar los cambios introducidos en el CTE como una nueva inflexión en la manera de abordar un proyecto y los requisitos que le son obligados. Pasamos de atender el cumplimiento de los sistemas activos de una forma independiente, respecto de la creación arquitectónica, a una metodología más completa y transversal".
Para mejorar la seguridad, el bienestar de las personas y la protección del medio ambiente a través de la calidad de los procesos edificatorios y urbanizadores, en 2006 entró en vigor en nuestro país el Código Técnico de la Edificación (CTE). Por entonces, el parque edificado cubría las necesidades básicas de la mayoría de la población. Sin embargo, como consecuencia de los procesos de urbanización y edificación acelerados que vivió España a partir de la década de 1960, las edificaciones no siempre alcanzaban los parámetros de calidad adaptados a las nuevas demandas de una ciudadanía, cada vez más exigente, y a los requerimientos de sostenibilidad ambiental, social y económica.
Aquel primer CTE supuso un nuevo reto tanto para los proyectos como para las edificaciones resultantes, con mejoras, sobre todo, en el comportamiento energético que empezaron a consolidarse a partir de 2008, con más control sobre los sistemas constructivos.
Desde entonces, el código no ha dejado de evolucionar. Hace ahora un año, volvió a incorporar modificaciones en el Documento Básico de Ahorro de Energía (DB-HE), nuevas exigencias en seguridad en caso de incendio y una nueva sección del Documento Básico de Salubridad, dedicada a la protección de los inmuebles frente a la exposición al gas radón, segunda causa de cáncer de pulmón tras el tabaco. El objetivo de estos cambios es avanzar hacia un parque de viviendas más sostenible, mejorando la eficiencia energética de los edificios y aquellos elementos relacionados con la salud, el confort y la seguridad de la ciudadanía.
A partir de la entrada en vigor de estos cambios y de su aplicación obligatoria, el pasado mes de septiembre, las nuevas viviendas que se construyan han de tener una alta eficiencia energética que, sumada a la mayor contribución de energía procedente de fuentes renovables, conllevará una reducción media del consumo de energía respecto a los índices actuales de alrededor del 40%, ya que el límite medio anual de consumo energético del edificio se fija en 60 kWh de energía primaria total por metro cuadrado frente a los 100 permitidos hasta la entrada en vigor de la nueva actualización. Y, en consecuencia, también repercutirá en el ahorro económico de las familias, teniendo en cuenta que un hogar medio consume 9.900 kWh al año y gasta en energía un promedio de 1.285 euros al año, según los datos que recoge el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
Igualmente, con el nuevo DB-HE se mejorará la calidad de las envolventes térmicas y se fomentará el uso de las tecnologías más eficientes y sostenibles para su acondicionamiento, lo que permitirá alcanzar unas condiciones adecuadas de confort con el mínimo gasto energético.
Estas modificaciones normativas conllevan un esfuerzo de adaptación permanente para los técnicos implicados en el sector de la edificación y, especialmente, para los profesionales de la Arquitectura, y asumimos el reto convencidos de que el conjunto de los cambios introducidos modernizará el parque edificado y sus parámetros de sostenibilidad, seguridad y confort en un momento en el que la emergencia climática representa uno de los mayores desafíos que afrontamos como sociedad. Además, supone avanzar hacia un parque de viviendas más respetuoso con el medio ambiente, con consumos de energía mínimos y mayores cotas de bienestar, así como mejoras cualitativas en aspectos determinantes para la salud y la seguridad de las personas.
Por otro lado, podemos considerar los cambios introducidos en el CTE como una nueva inflexión en la manera de abordar un proyecto y los requisitos que le son obligados. Pasamos de atender el cumplimiento de los sistemas activos de una forma independiente, respecto de la creación arquitectónica, a una metodología más completa y transversal.
Ahora, la justificación de los parámetros sobre la envolvente, entendida como la piel del edificio y los sistemas de climatización y control, se realiza de manera simultánea e integrada desde el momento en el que se conciben los espacios. La creación y el diseño de esos espacios, sus relaciones e, incluso, la elección del solar en el que se va a construir el edificio, resultan cruciales para el resultado final. De esta forma, pasamos de cumplir la normativa, mejorando los sistemas uno a uno, a comprender el conjunto proyectado como una “máquina para vivir”, parafraseando a Le Corbusier.
La disposición de espacios de amortiguación climática, como corredores, patios y antesalas, y el volumen y la forma, creados en función del clima y la localización, resultan fundamentales para el conjunto, como siempre hemos sabido los arquitectos. Además, todo esto forma parte de nuestra mejor tradición arquitectónica, con ejemplos como la casa-patio, cuyas bondades energéticas como conjunto equilibrado y sostenible conocemos desde la época romana.
El fin último de los cambios de hace ahora un año es conseguir un uso más racional de la energía, reducir el consumo a un límite sostenible e incorporar fuentes de energía renovable. Los proyectos incluirán estudios específicos para reducir la demanda e incluirán sistemas eficientes de mínimo consumo energético.
Nuestras estrategias considerarán desde el inicio la orientación y otros criterios de implantación -topografía, vientos dominantes, etc.-, la forma y la compacidad del edificio, la consideración de la envolvente y los sistemas pasivos con criterios más arquitectónicos, minimizando la dependencia energética e incorporando el uso de temperaturas razonables y la personalización de horarios.
Entendemos que estos cambios son un avance desde que se publicó el CTE en el año 2006, aunque el documento sigue siendo fragmentario. Queda todavía una revisión más profunda e integral absolutamente necesaria para simplificar los procesos.
Laureano Matas, secretario general del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE)
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