La famosa frase "Carthago delenda est" (Cartago debe ser destruida) pronunciada por Catón el Viejo y utilizada históricamente para hablar de una idea fija que se persigue sin descanso hasta que es realizada, fue la inspiración que llevo a nuestro recordado compañero, antiguo presidente del CSCAE, Rafael de la Hoz Arderius a titular su conferencia magistral leída en Chicago, Junio de 1993, con motivo del Congreso Mundial de la U.I.A.
Casi 20 años después de su creación, creemos que tan magnifico legado en defensa de la arquitectura merece ser recordado en estos momentos en que nuestra profesión se está viendo gravemente amenazada.
.../...Soplan vientos de escepticismo, de crisis. El concepto "crisis" se representa desde los viejos tiempos de Catay por dos ideogramas: Un kenjy significa Angustia, el otro Esperanza. Y etimológicamente quiere decir lo que va de la Angustia a la Esperanza, esto es: Decisión. Con lo que se concluye que dicha situación no es en sí misma negativa, sino la antesala de la Creatividad.../...
.../...Habíamos constatado que una de las exigencias que el Mercado Común pretende de sus arquitectos es que estos trabajen a cambio de honorarios "bajo mínimos" y, si se tercia, por honorarios nulos. Para ello la consigna dada ha sido fomentar la insolidaridad y someter a los arquitectos a competitividad salvaje. A tal fin los "expertos" han utilizado dos recursos clásicos: Inundar el mercado de "mercancías" arquitectos y saldar los "precios" honorarios. El primer objetivo ha exigido una previa operación, hoy casi consumada, consistente en la masificación de la profesión. Este objetivo era ya un viejo sueño de políticos en la España de los "duros cuarenta". El Excmo. Ministro de Educación Nacional, D. José lbáñez Martín, proclamaba con toda franqueza: "No descansaré hasta ver a los arquitectos conduciendo tranvías". Legítima aspiración que no se vió finalmente satisfecha, por carencia de tranvías.../...
.../...En esta cultura del "instant-architect", como en la del "fast-food", hay algo que no encaja del todo. La arquitectura no es tan solo un arte. Precisa de unas técnicas instrumentales para materializar la ideación, -único modo posible de creatividad-. No es poca cosa la formación tecnológica que para ello se precisa. Según Vitruvio, hace ya 2.345 años, Pithius, autor de una de las siete maravillas, -el mausoleo de Halicarnaso- comentaba que "aún comenzando desde niño, la complejidad de conocimientos que el arquitecto requiere es tal, que una vida entera no resulta suficiente para adquirirlos". Tal vez por ello, a diferencia de la Música, en Arquitectura jamás hemos tenido genio alguno a los seis años de edad.../...
.../... Atrapados en el problema imposible de adaptar los planes de estudios al insuficiente tiempo de enseñanza disponible, los claustros de las Escuelas se encuentran hoy divididos entre 'humanistas" y "tecnólogos". Cada grupo tratando de excluir al otro. Peligroso planteamiento. Cuando me dan a elegir entre A ó B -decía Lyautey- es que sin duda debo de escoger A+ B". No hay tal dilema: Tan solo una falaz falta del tiempo preciso para la enseñanza debida.../...
.../...Por primera vez en la historia empiezan a salir de las Universidades Europeas generaciones peor preparadas que las de sus padres. La calidad del producto "arquitecto" está lejos de ser óptima. Paradójicamente, pretendiendo crear arquitectos más competitivos, tan solo se ha logrado producir arquitectos menos competentes. La compleja formación de los arquitectos -no es ocioso repetirlo- exige una duración mínima irrebasable. No compete a los políticos; y menos a los economistas de mercado, la determinación de ese precioso espacio de tiempo.../...
.../...Que somos arquitectos -y por ello hombres de Cultura-. Que somos profesionales liberales -y por tanto amantes de la libre Competitividad-. Pero Competitividad por la Calidad y por la Arquitectura como expresión cultural. Valores, ambos, irrenunciables; no negociables.../...
.../... No sería tampoco la primera vez que las más altas instancias acudirían en nuestra defensa. Ya en el "Siglo de las Luces", Carlos IV, Rey de España, denunciaba a la nación -cito textualmente--, "El riesgo continuo que corre la Arquitectura de viciarse por el escandaloso número de idiotas que se atreven a entrar, por codicia en su Santuario" (sic). Arrojemos pues, a los idiotas del templo y habremos empezado a salvar ese objeto de nuestros desvelos que es la Arquitectura.../...
.../...Decía Unamuno que hay tres clases de zapateros: "El que fabrica zapatos por dinero, el que los elabora para llegar a ser famoso y aquel que los hace para que se encuentren más a gusto los pies de sus clientes". "Solamente a éste último se le echa de menos después de muerto",-concluía-. Válganos pues en esta contienda nuestra vocación de ordenadores del espacio para el bienestar del hombre -pies incluidos- que no otra cosa es la Arquitectura. A fin de cuentas, combatir, sacrificar todo por lo que se ama, servir -la palabra más bella que existe-, ser por ello recordados y trascender, es lo que en verdad importa. Va en ello nuestra razón de ser.
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