jueves, 11 de julio de 2019

[552] Tasadores por el valor de la vivienda

“Si alguna vez ves saltar por la ventana a un banquero suizo, salta detrás. Seguro que hay algo que ganar”. Inconmensurable frase. El bueno de Voltaire detectó que en el salto, los secretos bancarios, como los de los magos, no se revelan: son clave de su estabilidad porque no hay caída. Banqueros y magos ejercen tras un escritorio cubierto por un tapete verde desde que los banqueros judíos florentinos definieran el concepto de banca rota al romper su mesa al quebrar. La magia está en generar la ilusión y mecanismos que impiden esa quiebra. 
Las sociedades de tasación en España surgieron para garantizar una independencia en la elaboración de los informes de valoración de inmuebles y suelos con respecto a entidades financieras. Independencia que, a pesar de todo, cada vez está más y más lejos de obtenerse. Es hegemonía la que los bancos y sociedades de tasación ejercen y el truco está en el trato entre ambas. Preocupante y frustrante ligazón. Trampa al ciudadano y al tasador de a pie.
Los objetivos y valores en el derecho a la vivienda, impuestos ciudadanos, proyectos de futuro, colectivos e individuales, se fijan en las tasaciones de inmuebles, hipotecarias o regladas, y son fluctuantes según los momentos, y según los activos de las financieras, impidiendo un desarrollo natural del sector de la tasación en España. Los rappels o comisiones para los bancos en la elaboración de tasaciones son prueba de ello: margen de beneficio del 20% al 30% en el que debiera ser el puro ejemplo de independencia mutua: la tasación o acto profesional acreditado, que ES responsabilidad de Arquitectos y otros técnicos que efectúan el trabajo de campo, de investigación, análisis, y certifican la base sobre la que se asientan los créditos y sus importes para el consumidor. Los softwares de gestión forzados optimizan luego los resultados más “adecuados”, con coeficientes correctores, criterios inversos en daciones en pago que en activos, presiones para alcanzar máximos en suelos expresos. 
Las entidades financieras se convirtieron en intermediarias en las tasaciones hipotecarias en España, sin que los clientes pudiesen contratarlas de forma autónoma, ni reutilizarlas aun pagándolas, para sus préstamos. Marcando las tarifas y eligiendo el volumen de trabajo a suscribir con las sociedades de tasación, dejando fuera de mercado a quienes no acepten sus exigencias. Los altos cargos de las sociedades de tasación cumplen condiciones de ética por ley, pero resulta dudoso el respeto a la libre competencia, convenios colectivos del imprescindible ejército de tasadores, con relaciones laborales encubiertas, falsos autónomos que no cubren costes, y aislamiento profesional porque la organización sindical o colectiva implica renuncia a prestar servicios. Seguimos construyendo pirámides con esclavos en el siglo XXI y hacemos aguas por la base. Ellos necesitan hoy más que nunca de una estricta definición reglamentaria y laboral como profesionales homologados para efectuar las valoraciones con las máximas garantías, reglamentación pendiente en virtud de la Disposición Adicional 10ª de la Nueva Ley Hipotecaria.
Tras la sentencia TS 23 de enero de 2019 y la Ley 5/2019 de 15 de marzo, reguladora de los contratos de crédito inmobiliario el banco deberá pagar todos los gastos de la hipoteca, salvo la tasación del inmueble a hipotecar, que deberá abonarla el cliente, algo beneficioso para los ciudadanos. Fijémonos en las ventajas de pagar nuestra propia valoración para adquirir una vivienda, elegir quién la elabora, poder usarla ante diversas entidades, negociar las condiciones más ventajosas sin uni-presión y obtener el préstamo que necesitamos. Para esquivar lo anterior los bancos se han apresurado a idear la tasación regalada, que supone una nueva praxis en la que los gastos serán repercutidos finalmente al cliente por mucho que quieran convencernos de lo contrario, con beneficio añadido al regalador –entendido el banco, no el tasador de a pie, que sigue regalando muy a su pesar, su trabajo-.
¿Dónde están independencia, transparencia y libre competencia requeridas en las directrices legales? Es el trick or treat por excelencia, el All Hallows Eve convertido en Halloween para ciudadanos y profesionales tasadores, por arte de magia. Si el Banco de España ya afirma no ver con buenos ojos la tasación regalada, -y bien lentas que son sus reacciones-, significa en cristiano y dejando anglicismos a un lado, ilegalidad o cuanto menos, publicidad engañosa. El truco del doble fondo genera ventajas para quien controla los valores. Somos santos inocentes hispanos y llanitos, y la calabaza hueca con luces en su interior, deslumbra de forma atrayente y se comercializa con usura.
Rendirnos no es la solución. Hay que invertir las tendencias en las disposiciones reglamentarias pendientes y lograr una independencia real de los profesionales que cifran el precio de los edificios que construimos, habitamos y pagamos, valor fundamental en nuestras vidas, y los Colegios Profesionales hemos de luchar por ello. 
Porque como dice un gran amigo, la vivienda es mucho más que un derecho, es una necesidad. Devolvamos la reputación al sistema confiando en los que no usan la magia, ni saltan por la ventana, ni nos lanzarán por ella, sino en los que nos ofrecen garantías por su valor y no tienen secretos por revelar: arquitectos y tasadores en España.
Miriam Dabrio Soldán. Decana del COA de Huelva

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