Lluís entendía la arquitectura como un servicio a la sociedad y que nuestra responsabilidad es crear el hábitat de todas las actividades humanas. Entendía que debíamos escuchar a nuestra comunidad dándole forma a sus necesidades.
Lluís creía que la vivienda tenía que ser asequible y que era un derecho de todos los ciudadanos y ciudadanas. Entendía que las ciudades tenían que funcionar y ser también bellas. Pensaba que el mundo en el que estábamos había cambiado dramáticamente y que debíamos entenderlo y preverlo.
Para Lluís su profesión era su vida, la respiraba, la protegía porque había que proteger a los que tenían que velar por la calidad de la arquitectura y asumir también las responsabilidades de los errores que se cometían y que se habían cometido, y debíamos establecer un marco que protegiera la ciudad y el medio ambiente para crear un entorno sostenible.
Para ello creó el Observatorio 2030. Creía en la igualdad y encargó, a la Cátedra Unesco de nuestra Escuela, un Plan de igualdad para la profesión de la Arquitectura en España.
Creía en la fuerza de las jóvenes generaciones y en la necesidad de protegerlas. Por eso, cuidó, junto al Ministerio, el trabajo de Europan.
Lluís nos hizo entender la importancia de firmar la Declaración de Davos que entendía que la ‘Baukultur’ era la cultura del entorno construido. Apoyó la Ley de Arquitectura que estaba creando nuestro Gobierno, interviniendo muy activamente en el largo proceso participativo que organizó la Dirección General de Agenda Urbana y Arquitectura.
Compartí con él su ilusión cuando contribuyó a conseguir que Barcelona fuera, en 2026, la sede de la reunión de la UIA y Capital Mundial, ese año, de la Arquitectura. Él había sido decano del Collegi d’Arquitectes de Catalunya. Y estaba ilusionado con traer a Madrid el Foro Internacional de la Unión Internacional de Arquitectos 2022 sobre vivienda digna y adecuada. Su tiempo se repartía entre su casa y su estudio de Sant Cugat, con su familia, y su despacho de presidente del CSCAE en nuestra ciudad, que había hecho ya suya.
Lluís era muy generoso con su vida, gracias Laura por compartirlo.
Lluís, que creía en la arquitectura, creía en una profesión unida, en la fuerza de los Colegios, en que su amparo garantizaba la protección a nuestra sociedad.
Lluís entendía la diversidad de los territorios que componían su Consejo y lo que los unía. Oía y entendía todas las necesidades y respetaba las peculiaridades de esa mesa que presidía, y había conseguido convertir lo que había sido un campo de batalla en un hogar compartido.
Lluís había sido un buen profesor de Arquitectura y amaba la enseñanza y entendía que era muy importante que todos los docentes de las escuelas practicaran la profesión que enseñaban. Enmendamos juntos la Ley de Arquitectura, pedimos el apoyo del MITMA y teníamos pendiente ir juntos al Ministerio de Universidades para que lo entendieran.
Lluís entendía que había que ir de la mano escuelas y colegios, los que formamos y los que gobiernan esa profesión única que engloba el conocimiento de la arquitectura, desde la creación, pero también desde la técnica en esa unión en una carrera que asume todas las responsabilidades de la arquitectura.
Lluís creía en los amaneceres, y nos enviaba sus fotografías desde Sant Cugat a través del Instagram @lluiscomeron. Y hemos visto con él hasta el amanecer de su último día.
Manuel Blanco Lage. Director de la ETSAM y presidente de la Conferencia de Escuelas de Arquitectura de España.
Fuente: ABC
Fotografías: Ana Amado