[Relato verídico] Todo comenzó cuando el concejal de un ayuntamiento, compró por 12.000 euros un tractor de segunda mano para su municipio. Cinco años después, en otra legislatura, al averiarse el tractor, otro concejal del nuevo equipo de gobierno lo vendió en una chatarrería por 1.500 euros.
En ese momento, quien compró el tractor empezó a preguntar por el y le siguió la pista. Pero el tractor ya no estaba en la chatarrería sino que ahora estaba en una empresa local de tractores que lo compró a su vez por 2.000 euros.
Indignado el "concejal comprador", se dirigió al equipo de Gobierno preguntando por el tractor y por el procedimiento empleado para su venta.
Alarmado el equipo de Gobierno porque el concejal de la oposición se alarmase por el procedimiento empleado para su venta, se dirigió a la empresa local para la recuperación del tractor, pero el tractor ya no estaba tampoco allí sino que había sido vendido de nuevo a otra empresa de tractores del pueblo vecino que pedía ahora como es lógico bastante más de 2.000 euros por el tractor.
Al final de un largo periplo y negociaciones, el tractor se recompró, no se sabe a que precio, y volvió a las dependencias municipales.
Hasta ese momento el arquitecto municipal vivía ajeno a todo lo acontecido y ni siquiera sabia que el ayuntamiento tuviese un tractor, pero claro, en un Pleno se preguntó por el tractor y se inició una investigación.
Al día siguiente, comunicación interna del Secretario y que diga el arquitecto municipal cuanto vale el tractor. Y el arquitecto en ese momento se enfrentó al "mayor reto profesional de su vida", decir cuanto valía el "tractor mágico", un tractor que había hecho más kilómetros estropeado que cuando funcionaba.
Todo el pueblo estaba pendiente del informe del técnico en el que si, se quedaba corto en el valor cabrearía a media Corporación y si se excedía cabrearía a la otra media.
Y ahí estaba el arquitecto municipal haciéndole fotos al tractor, mirando el cuentahoras, fotocopiando la ficha técnica, buscando en internet y en bibliotecas como un poseso e intentando recordar en que curso de la carrera le explicaron algo sobre valoraciones de tractores agrícolas.
El arquitecto municipal, que si trabajara en el circo sería el que hace girar los platos en los alambres, no se amilanó, buscó y buscó y al final encontró cómo se puede obtener el valor de un tractor usado conociendo su potencia, su antigüedad, el tipo de tracción (simple o doble), su marca y hasta la presencia o no de aire acondicionado en la cabina.
Al cabo de unos días le plantó al Secretario en su mesa un informe con una valoración hasta con decimales que a ver quien era el guapo que se la discutía.
Por la tarde cuando llegó a su casa satisfecho de su trabajo, comentó: «Hoy por fin voy a descansar tranquilo, me he convertido en el arquitecto municipal que más sabe de valoraciones de tractores en España».
En ese momento, quien compró el tractor empezó a preguntar por el y le siguió la pista. Pero el tractor ya no estaba en la chatarrería sino que ahora estaba en una empresa local de tractores que lo compró a su vez por 2.000 euros.
Indignado el "concejal comprador", se dirigió al equipo de Gobierno preguntando por el tractor y por el procedimiento empleado para su venta.
Alarmado el equipo de Gobierno porque el concejal de la oposición se alarmase por el procedimiento empleado para su venta, se dirigió a la empresa local para la recuperación del tractor, pero el tractor ya no estaba tampoco allí sino que había sido vendido de nuevo a otra empresa de tractores del pueblo vecino que pedía ahora como es lógico bastante más de 2.000 euros por el tractor.
Al final de un largo periplo y negociaciones, el tractor se recompró, no se sabe a que precio, y volvió a las dependencias municipales.
Hasta ese momento el arquitecto municipal vivía ajeno a todo lo acontecido y ni siquiera sabia que el ayuntamiento tuviese un tractor, pero claro, en un Pleno se preguntó por el tractor y se inició una investigación.
Al día siguiente, comunicación interna del Secretario y que diga el arquitecto municipal cuanto vale el tractor. Y el arquitecto en ese momento se enfrentó al "mayor reto profesional de su vida", decir cuanto valía el "tractor mágico", un tractor que había hecho más kilómetros estropeado que cuando funcionaba.
Todo el pueblo estaba pendiente del informe del técnico en el que si, se quedaba corto en el valor cabrearía a media Corporación y si se excedía cabrearía a la otra media.
Y ahí estaba el arquitecto municipal haciéndole fotos al tractor, mirando el cuentahoras, fotocopiando la ficha técnica, buscando en internet y en bibliotecas como un poseso e intentando recordar en que curso de la carrera le explicaron algo sobre valoraciones de tractores agrícolas.
El arquitecto municipal, que si trabajara en el circo sería el que hace girar los platos en los alambres, no se amilanó, buscó y buscó y al final encontró cómo se puede obtener el valor de un tractor usado conociendo su potencia, su antigüedad, el tipo de tracción (simple o doble), su marca y hasta la presencia o no de aire acondicionado en la cabina.
Al cabo de unos días le plantó al Secretario en su mesa un informe con una valoración hasta con decimales que a ver quien era el guapo que se la discutía.
Por la tarde cuando llegó a su casa satisfecho de su trabajo, comentó: «Hoy por fin voy a descansar tranquilo, me he convertido en el arquitecto municipal que más sabe de valoraciones de tractores en España».