lunes, 27 de enero de 2014

[377] LA DEFENSA DE LA ARQUITECTURA

Cuando hablamos de arquitectura, inevitablemente nos viene a la mente el arquitecto, como al hablar de medicina pensamos en el médico. En ese sentido si hablamos de la defensa de la arquitectura también hablamos de la defensa de los arquitectos como profesionales de esta disciplina técnico-artística.
Muchas veces nos preguntan a los arquitectos, por qué en estos tiempos andamos tan alterados y queremos defender nuestra profesión. Después de todos estos años de crisis, nosotros los arquitectos, estamos cuestionados por una nueva manera de entender la economía, la sociedad y la vida. Hemos pasado de ser falsamente acusados de colaboradores necesarios de la mal llamada burbuja inmobiliaria, a poner en duda nuestra capacidad técnica para desarrollar la arquitectura.
Decimos mal llamada burbuja inmobiliaria, porque la burbuja era financiera; lo que teníamos era un exceso de crédito y fueron los bancos y cajas de ahorro los que daban ese crédito, provocando una borrachera pecuniaria con su consecuente coma, del que aún nos estamos recuperando. Los arquitectos, actuamos con profesionalidad y gran capacidad técnica, cosa evidente puesto que lo que ahora es difícil de digerir es la enorme cantidad de inmuebles que nos han quedado de esa época, pero no se pone en duda la validez de esas edificaciones, si no la cantidad. El dinero, que tan fácilmente fluía, se refugió donde nuestra tradición mejor conoce, “el ladrillo”. Tengan por seguro que si el metro cuadrado de coche se revalorizara como lo hizo “el ladrillo”, nuestro país estaría lleno de coches y cada español tendríamos tantos como los bancos nos hubieran permitido.
Durante toda esta época de vorágine económica, el arquitecto a través de las universidades y de sus colegios oficiales, se formó y se adaptó a las nuevas exigencias, ofreciendo a la sociedad un profesional enormemente cualificado y muy singular en la escena europea. No existe un profesional de nuestras características en Europa, que reúna todas las técnicas para desarrollar tanto del proyecto como la dirección de obra de una vivienda, un edificio de pisos, un centro comercial, un cine, un teatro, un hospital, un edificio de oficinas, una iglesia y así un enorme etcétera. 
La arquitectura española y sus arquitectos han sido y son referencia mundial, muchos compañeros trabajan en Latinoamérica, Asía, Oriente Próximo y África, son requeridos por su capacidad única de entender la complejidad de un proyecto y su edificación. Las escuelas de arquitectura han sido modelo para otras en el mundo, recordando las palabras de Kenneth Frampton (arquitecto y profesor de la Universidad de Columbia, USA) “La formación de arquitectos en España tal vez sea hoy día la mejor del mundo”.
Sin embargo, a pesar de todo este aval profesional y académico, hoy se plantea un horizonte oscuro. El Ministerio de Economía y Competitividad, amenaza desde hace un año con una liberalización del sector, es decir, que todos hagan todo y sin control. Otros profesionales, esencialmente ingenieros y aparejadores, podrían actuar como arquitectos, bien en el conjunto de la edificación o en partes. Utilicemos el siguiente símil, que a todos nos dejaría profundamente preocupados: si un veterinario puede tratar o incluso operar a un animal puede hacer lo mismo con un humano. Más cercano, sería considerar que un farmacéutico nos tratara como médico de familia, por su conocimiento de los medicamentos. Por supuesto, que ante tal aberración la sociedad se rebelaría y exigiríamos ser tratados por médicos auténticos. 
La exclusividad en el desarrollo de la arquitectura no es un privilegio es una exigencia por nuestra preparación que se ciñe a lo que hemos explicado, la arquitectura. Evidentemente, que estemos preparados para calcular la estructura de todo tipo de edificios y altura no nos habilita para calcular los puentes de Despeñaperros, existen otros profesionales cualificados para esa misión.
Europa no exige una liberación tan extrema como pretende Economía en su anteproyecto de Ley de Servicios y Colegios Profesionales (LSCP), aprobado por el Consejo de Ministros de dos de agosto del presente año. Es más, el actual comisario europeo de Competencia, el español Joaquín Almunia, nos ha transmitido que desde la Comisión Europea no se insta al gobierno a esta liberalización. Estamos hablando de competencia y es necesario recordar que existen más de treinta escuelas superiores de arquitectura que añadirán al mercado más de ochenta mil nuevos arquitectos a los más de cincuenta mil actualmente colegiados. No parece que esté en peligro la competencia cuando en sólo diez años tenemos el doble de arquitectos para un décimo del trabajo que había antes. 
La entrada de otros profesionales en el campo de la arquitectura no mejorará nuestras edificaciones y no hará que sean más baratas. Los grandes edificios que hoy disfrutamos los hicieron arquitectos, desde la Catedral de Jaén hasta el Museo del Prado, las viviendas en las que vivimos las han hecho arquitectos y las ciudades y sus espacios urbanos las proyectan arquitectos. 
Se hace necesario, llamar a cada cosa por su nombre y defender lo que evidentemente es un beneficio para la sociedad; nuestra profesión reporta a todos seguridad, garantía y solvencia técnica. Por ello, animamos a la sociedad a defender los valores de la arquitectura y sus arquitectos, convencidos de que la futura Ley tendrá que escuchar no sólo nuestro sentir sino el de toda la sociedad.
Laureano Matas Trenas. Arquitecto.
Vicedecano del Colegio de Arquitectos de Jaén.

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