Cada ciertos años con una cadencia a veces cansina, muchos de los profesionales que estamos colegiados recibimos la llamada telefónica de ese compañero con el que no hablábamos desde hacía años y que nos hace sentirnos como el protagonista del Dia de la Marmota.
Cuando leemos su nombre en el móvil sabemos a ciencia cierta cómo va a empezar la conversación.
-Hola amigo, cuanto tiempo sin hablar, por cierto… ¿Vas a votar en las próximas elecciones de nuestro Colegio?
Nunca fallamos en la premonición. Y por más que año tras año nos digamos que nunca más delegaremos nuestro voto, siempre cedemos y aceptamos la comodidad de que vengan a nuestro trabajo o domicilio y nos recojan el sobre.
El mensajero nos convence de que nuestro voto es secreto, que esa acción es una opción estatutaria del voto por correo y que en ningún caso es una delegación del voto. Todas las candidaturas saben que no somos tan perversos como para que nos hagan el favor de recogernos un voto y que ese voto vaya a la otra candidatura, y con eso juegan. Si no de derecho, eso es una delegación de voto de hecho a todas luces.
Al final votamos en muchas ocasiones por compromiso a la candidatura que nos llama antes. A veces me pregunto ¿Dónde queda el secreto de mi voto? Si le doy el voto al motorista, voto a la candidatura A y si le digo, aun mintiendo, que ya lo he comprometido, el motorista sabrá que voto a la candidatura B. El secreto del voto por correo se recoge en todos los estatutos colegiales pero el procedimiento de votación por correo que estos proponen no siempre cumple su cometido.
Es muy loable que las candidaturas entren en contacto con los electores y les expliquen su programa pero de eso a llevarse el voto en la mano va un trecho. Lo mismo ese es un buen sistema electoral pero entonces que se cambien los estatutos colegiales y que no se exija que el voto sea secreto.
Yo siempre pensé que el voto por correo era la opción que daban los estatutos para aquellos electores que el día de la votación estuvieran en otra ciudad por motivos laborales o por motivos de ocio pero claro, cuando se analizan los porcentajes de “votos por correo” respecto al total de votos emitidos en cualquier Colegio Profesional algo no me cuadra, porque ni hay tanto trabajo en la profesión para para tanto viaje laboral ni por supuesto hay tanto dinero para tanto viaje de ocio.
Por lo tanto, salvo que el día de la votación tengamos la suerte de firmar un contrato fuera de nuestro municipio o nos vayamos al Caribe porque nos haya tocado la lotería, cuando nos llame ese compañero de profesión o aparezca ese motorista, que no nos tiemble el pulso y sepamos responderle mirándole a los ojos:
-Yo votaré en urna.
Rafael González Millán. Arquitecto
Rafael González Millán. Arquitecto
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